BOLETIN OSAR
Año 7 – N° 16
Evaluación de las Líneas Pastorales de la Nueva Evangelización
Daniel Graneros
La Evaluación de la vida pastoral de nuestra Iglesia en Argentina a partir de las LPNE, en la Consulta a las Iglesias Particulares y Comunidades Cristianas, se orientaba no sólo a obtener datos de la realidad, sino también a motivar a la comunión y participación, conocer propuestas pastorales, ensayar un método pastoral, y seguir ejercitándonos en el discernir de la voluntad de Dios. Estos aspectos son los que se encuentran en el resultado de la Consulta.
Recepción e incidencia de las LPNE
Existe un gran consenso en las diócesis y comisiones episcopales, en afirmar que la incidencia de las Líneas fue «bastante» y «positiva», considerándolas como «orientadoras» y «eje transversal de la acción pastoral» que ha logrado instalar «un lenguaje», una «mentalidad» y una «conciencia de cambio». Para algunos provocó un gran «impulso pastoral» parroquial y diocesano, y para otros constituyó un «refuerzo para lo ya iniciado». A su vez, se constata que esta incidencia sufrió un proceso de «enfriamiento» donde el «entusiasmo inicial se fue apagando», «pasando a segundo plano por la preparación al Jubileo». Tal enfriamiento, dicen, es una expresión de nuestra cultura «no dada a los procesos». Se dice también que «no se evidenciaron profundos cambios que respondieran a las Líneas».
El texto de las Líneas fue recibido positivamente, donde sus primeros frutos pasaron, poco a poco, a formar parte del acontecer cotidiano de la vida eclesial orientando el nuevo ciclo pastoral iniciado al preparar y celebrar el Jubileo. |
Puesta en marcha y propuestas más trabajadas de las LPNE
La puesta en marcha de las Líneas se encuentra condensada en la segunda pregunta de la Consulta, evaluándose sobre: plan pastoral; protagonismo laical; consejos pastorales parroquiales; acogida cordial; espíritu misionero; pastoral del bautismo; formación permanente; opción por los pobres, débiles y sufrientes; y crecimiento en la unidad de la Iglesia. Estos aspectos son catalogados a nivel nacional en tres grupos de valoraciones: a) mucho; b) mucho y poco; c) poco.
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Mucho:
En esta valoración se encuentran tres aspectos. En primer lugar se desataca el crecimiento del espíritu misionero representado por un 68 % de las comunidades. Esta realidad es percibida en la formación de «grupos misioneros que desarrollaron su actividad» en los «barrios», «parroquias», «diócesis», «en el interior y fuera del país». Esta «multiplicación de iniciativas e instancias misioneras» fue llevada adelante por niños y «jóvenes» en «misiones permanentes», «misiones de verano», o en los «tiempos litúrgicos» fuertes.
En segundo lugar se encuentra el protagonismo laical, representado por un 64 % de las diócesis. Este protagonismo se nota en la «participación» a partir de la «toma de conciencia de la vocación y misión del laico en la Iglesia», llevada adelante en distintos «espacios de reflexión y formación». Tal participación y responsabilidad se da tanto a nivel diocesano como parroquial en diversas tareas pastorales: «Caritas», «misiones», «ministerios», «catequesis familiar», y celebraciones litúrgicas.
Por último, la acogida cordial con un 60 % de las diócesis se ubica en el tercer lugar con esta valoración. En general los consultados notan que «la gente se acerca cada vez más», ante lo que se reconoce que «hay más familiaridad y calidez» en los miembros de las comunidades. Tal cambio, es generado en muchos casos por los agentes de pastoral, pero de manera especial por los sacerdotes, en los que se perciben actitudes de: «apertura», «solidaridad», «cordialidad», y búsqueda del diálogo. Estas actitudes se vieron reflejadas también en los esfuerzos «descentralizadores de las comunidades», en la participación de las «celebraciones litúrgicas», y llaneza de trato.
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Mucho y poco:
En este grupo de evaluaciones se ubican respuestas que no superan el 60 % del total de las diócesis. Dos se encentran en esta situación. Las acciones pastorales referidas a una opción por los pobres, débiles y enfermos, un 54 % de las diócesis evalúa que fue «mucho» lo que se hizo en torno a esta opción y el 37 % se inclina a catalogarla como «poco». Al respecto se dice que sí se hizo esta opción pero que «no es fácil saber si se debe a las Líneas o las urgencias que impone la situación actual». De todas maneras es signo de un logro pastoral, en cuanto se mencionan diversas acciones, actividades e instancias institucionales con las que se hizo frente este desafío. Se destaca aquí la acción de «Caritas» que a través de la «organización», «consolidación» y «multiplicación de servicios», logró la creación de «comedores», «consultorios», «clubes de trueque o ferias de ropa y alimentos»; llevando a cabo «noches y semanas solidarias», «apoyo escolar», «micro-emprendimientos», «formulación y gestión de proyectos y programas de desarrollo», etc. Estas acciones, fueron acompañadas de la revitalización de la «pastoral del alivio y la salud», y diversos proyectos de ayuda solidaria. Se advierte a su vez que la Iglesia se hizo presente también en «la mediación de conflictos sociales», y en el «reclamo de los derechos del pobre» denunciando «las situaciones injustas». Junto a estas acciones puntuales se reconoce que las «comunidades están formadas por gente pobre, y que son las que llevan adelante la vida de la comunidad, pero que aún hace falta llegar a los más pobres».
En segundo lugar, se ubica el crecimiento de la unidad de la Iglesia, donde las opciones varían entre «poco» con un 48 % de representatividad, y «mucho» con un 36 %. Los que reconocen que es «mucho» lo alcanzado, afirman que «se percibe un anhelo general de comunión y deseo de reunión», y que se expresa en las «reuniones y encuentros masivos». Se mencionan como los principales ámbitos de crecimiento: los encuentros parroquiales, decanales y diocesanos de pastoral. Las Comisiones Episcopales perciben la unidad de la Iglesia en el trabajo organizado y articulado en las respuestas a situaciones límite. Los que perciben que fue «poco» el crecimiento señalan actitudes como «desvalorizaciones», «individualismo», «personalismos», «enfrentamientos» y «miedo a la diversidad». En este sentido son críticos al afirmar que «falta educación para alegrarnos de las riquezas del otro».
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Poco:
En esta valoración se ubican dos restantes acciones pastorales. En torno al desarrollo de la pastoral del bautismo un 56 % de las diócesis la ubica en este grupo señalando como principal obstáculo la «falta de una unidad de criterios en los requisitos» para recibir el sacramento. En torno a la preparación pre-bautismal suelen afirmar que «se falla en la continuidad de la catequesis post-bautismal» e «inclusión en el dinamismo pastoral» parroquial.
En torno a la implementación de una formación permanente, continua y actualizada, el 54 % de las diócesis afirma que fue «poco» y el 34 % que fue mucho. Sin embargo, se mencionan como logros la creación de «espacios de formación» tales como «escuelas de catequesis, de ministerios, de teología para laicos y actualización en la formación teológica y pastoral de los sacerdotes». Ayudaron en este sentido la variedad de metodologías formativas llevadas a cabo a través de «talleres, encuentros, retiros, charlas, etc». La puesta en marcha de la «catequesis familiar» fue destacada por varias diócesis como la más apta para lograr este objetivo.
Por otro lado, las respuestas que reconocen que fue «poco» lo que se hizo, señalan, sobre todo, la «falta de continuidad» e «integración» de las distintas propuestas formativas. Mencionan como principales causas la falta de un «plan»o itinerario formativo, y la falta de «recursos económicos», o de «tiempo» para llevar adelante esta tarea. Un efecto no deseado es el hecho de que «los participantes de cursos no fueron agentes multiplicadores en sus comunidades» de la formación recibida. Ante las fallas de la formación integral no se mencionan causas.