Mons. Araya ENS 2022

Encuentro Seminaristas 2022
Villa Cura Brochero

Mons. Ricardo Araya
Obispo de Cruz del Eje

1 ¡Bienvenidos!

En 1984, a 70 años de la muerte del Cura Brochero, los sacerdotes de la Arquidiócesis de Córdoba realizaron la primera peregrinación hasta su tumba. Diez años más tarde, en 1994 la CEMIN convocó la «Jornada Nacional de Sacerdotes» para reflexionar, orar y celebrar el don del sacerdocio ministerial junto al “hermano mayor”. Vinieron a Villa Cura Brochero 400 sacerdotes y 16 obispos.
Estas experiencias inspiraron a la CEMIN y se convocó a un encuentro de características similares para los seminaristas de los últimos años de formación. En 1996 unos 500 seminaristas se reunieron con el lema “seamos uno para que el mundo crea”.
Fueron convocados «…para realizar una experiencia de comunión y fraternidad, conformando un perfil sacerdotal diocesano… a la luz de la figura sacerdotal del Cura Brochero»
(Positio II, 158.159)

En el borrador de la próxima Nueva Ratio para los seminarios Argentinos, asumiendo con fuerza la necesidad de la formación permanente, se presenta como icono la figura de San José Gabriel del Rosario Brochero.

Se constata que la Iglesia Argentina ha sido bendecida con la modélica vida ministerial del santo presbítero José Gabriel del Rosario Brochero, canonizado en 2016 y nombrado patrono del clero argentino. Brochero es el mejor ejemplo de lo que expresa nuestra Ratio: un cura en formación permanente que, enfermo de lepra e impedido, agradece la extraordinaria pedagogía divina que continuaba enseñándole lo que significa ser sacerdote. Se confirma así la convicción de que Dios ha señalado en Brochero los principales rasgos de un buen pastor para por la Argentina.

2 ¿Quién es Brochero?

Un cura rural en la periferia de las sierras de Córdoba, una de las provincias más tradicionales de Argentina, en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX; un sacerdote grande “por su reciedumbre humana y densidad cristiana”.

Cabe mencionar que fue un tiempo de fuerte renacimiento espiritual en Córdoba con el protagonismo de muchos bautizados con diversos carismas ministerios. En este contexto alcanzó gran notoriedad la vida y obra de Brochero.

Durante su vida presidieron la Iglesia de Córdoba destacados obispos (3 de ellos murieron misionando). El obispo Ramirez de Arellano quien ordenó presbítero al Cura Brochero. En 1877 el obispo Álvarez, realizó un sínodo diocesano (el único del país ese año) y Brochero fue uno de los 40 sinodales. También pastorearon la Diócesis en ese tiempo los obispos Esquiú, Capistrano Tissera y Toro.
Entre las muchas fundaciones en ese entonces se destaca el Instituto de las Esclavas del Corazón de Jesús y la Beata Madre Catalina. Ellas trabajaron también en la Villa del Tránsito en la tarea educativa y en la casa de Ejercicios.
El Curso Brochero dará a los ejercicios gran empuje, originalidad y popularidad. De este modo se suma a una tradición viva que arranca con los primeros jesuítas (1614) y se había mantenido vigente con Mama Antula (1730-1799) y sus seguidores.
El Padre Brochero llegó a este lugar después de cruzar las Sierras Grandes en 1869 con 29 años y tres años de ordenado. Su parroquia tenía 4.000 km2 y 10.000 habitantes. En 1898, después de 28 años de ministerio, es nombrado canónigo en la ciudad de Córdoba. Se va por cuatro años. En el mismo año de su nombramiento se colocó la piedra fundamental del actual templo parroquial y santuario; en el mismo lugar de la primera iglesia destruida por una tormenta. Para la ocasión vino el arzobispo de Buenos Aires, Uladislao Castellano -oriundo de San Javier- a celebrar la Misa. El obispo Uladislao había sido rector del Seminario en tiempos de formación de Brochero. Estaban presentes 7 sacerdotes de la zona, familiares del arzobispo y el Canónigo Brochero, a quien se le encomendó la predicación del evangelio.

En aquella oportunidad recibe el homenaje de sus antiguos feligreses. En la casa del matrimonio Recalde (Erasmo y Zoraida) se le entrega una medalla de oro, obsequio de las mujeres del Departamento. En la medalla se leía: “Evangelio – Escuelas – Caminos”. (Positio I 356).

Esta frase bien describe la vida y el ministerio de Brochero: “evangelio, escuelas, caminos”. Destaquemos que para Brochero el Evangelio es una Persona, es relación con Alguien que se ha convertido para él en fuente de identidad, de inspiración para su vida y misión.

Es un cura, es decir, cuida de sus feligreses. Hace todo lo posible para que tengan vida. Por eso busca junto con otros nuevas posibilidades de mejor vida: caminos, trabajo, educación, ferrocarril; para que, como solía repetir, salgan de su “pobreza franciscana”. Especialmente, repara y construye capillas para que los dispersos habitantes puedan edificar su casa alrededor de la capilla; y compartir la vida en lugares más favorables al progreso integral.

3 ¿Cómo es el «milagro» de caminar juntos en tiempos de Brochero?

Comencemos diciendo por dónde camina el Cura con su gente. Afirma el P. Trigo S.J. que Bochero se encuentra con los demás por los caminos de la realidad; es “la realidad la medida de su espiritualidad”. Porque se mueve en la realidad se ve obligado a “salir” y entregarse por y con los demás en aquello que sea de provecho común. Esto lo lleva a “salir” y llegar hasta donde haya gente con influencia, a la prensa, a los gobernantes provinciales y nacionales.

Se encuentra con las personas y logra que ellas saquen lo mejor de sí mismas. Para Brochero caminar juntos no significa buscar beneficios personales o para una parcialidad. Si él se beneficia en algo, es como miembro del grupo al que va destinada una obra. Por eso los fieles se prestan a lo que les pide de buena gana, y aceptan que los presione. Él está en lo de ellos y es de ellos. Su grandeza nunca los infantiliza, ni disminuye su valor (cf TRIGO, 16)

Por los caminos de la realidad va dando singular importancia a las capillas. En ellas unía explícitamente lo religioso y el progreso humano; eran el espacio para seguir caminando juntos. El Cura por momentos encabezaba las tareas, después de haber estado al medio o atrás de la comunidad. Lo seguían, y él los había seguido a ellos.

Este modo de caminar juntos situado en las necesidades reales fue propuesto, animado y dirigido por «un cura no clerical». Brochero no era un cacique, un francotirador o alguien que trabajara desde una parcialidad. La gente percibía que Brochero no trabajaba para la Iglesia en un sentido restringido de institución eclesiástica. La gente sabía que trabajaba para el bien de ellos, sabían que era su cura (cf. TRIGO 84). El no era un sacerdote de Dios separado de los fieles; trabajaba como cura para su gente, siendo de Dios y también de ellos.

4 Con los fieles laicos

El Cura Brochero promueve la comunión eclesial con los laicos de diversos modos: a través de la amistad personal, el cuenta con amigos y amigas; mediante la colaboración de
un gran número de personas geográficamente cercanas y lejanas. Y también promueve la comunión y la participación con la ayuda de una estructura ministerial de fieles laicos celebradores y bautizadores; que promueven las incipientes comunidades cristianas. Eso se hace de manera especial en cada una de las Capillas a las que el Cura visita de manera equitativa. Crea así una especie de red de comunidades que se ven fortalecidas con esas visitas, y con su presencia en medio de eventos tanto religiosos como sociales.

A veces nos presenta al Cura como alguien tan especial que se destacaba de manera independiente y de modo individual; capaz de arrastrar multitudes. Sin embargo, la conservación y la creación de las capillas son expresiones privilegiadas de su estilo comunitario a la hora de afrontar trabajos y dificultades.

Dos casos ejemplares son las capillas de Ámbul y Panaholma (cf. LLANOS, 285)

En 1892, desde Salsacate escribe al obispo Diocesano Reginaldo Toro. Le dice que Avelino Molina va con el fin de donar un terreno y dar escritura pública, para que se haga una Villa y una Capilla en Ámbul. Explica que esto lo ha deseado desde hace mucho tiempo, desde el día que fue nombrado cura, hace 22 años. La pedanía de Ámbul era la más poblada de su Curato. Continúa afirmando que la capilla se hará “1 porque toda la pedanía la quiere en ese punto sin contradicción y 2 porque yo ayudaré hasta verla terminada, y será la última de mis empresas, por haberme incapacitado la vejez».
Le aclara al obispo que “en el punto que actualmente está el rancho que sirve de Capilla no hay porvenir y por eso no hay ni ranchos” (Carta 142).

En 1897 escribe al Obispo Toro desde Panaholma. Le cuenta en la carta que “como la Pedanía se ha levantado hoy -como un hombre solo- para dejar el rancho viejo que tiene por capilla y hacer otra de material cocido con una no poca población adyacente; y como ella ha pedido al infrascrito -como último servicio- que la ayude encabezandola para poder llegar a feliz término…, él no ha trepidado en prestarle la ayuda que se le ha pedido:
1ro Porque debiendo el infrascrito encabezar la nueva iglesia del Tránsito y debiendo trasladarse desde Córdoba las veces, que fueran necesarias, para llegar al final del término de dicha obra, podía también en esas veces ayudar a los panaolmenses a sus santos y progresistas fines.
2do Porque ellos no desistirán de sus propósitos…
Y 3ro porque esos han sido los anhelos del infrascrito desde el año ‘69. Los mismos que recién va a verificar, como le ha sucedido en Ámbul, porque no se unían las pedanías en el local, como ha sucedido hoy en Panaholma, y como sucedió en Ámbul, hace ahora 5 años” (Carta 172).

En medio de los trabajos siempre surgen intereses personales o de grupos; sin embargo, Brochero mantiene claridad de criterios y objetivos; y aconseja al Obispo. Por ejemplo, pide al Obispo que no autorice la bendición de la capilla de Ciénaga de Allende porque no han hecho la sacristía, ni cementerio, y no lo harán sí se les concede la licencia para la bendición. Busca así que por lo menos hagan la sacristía (carta 69).

En el caso de Panaholma el cura indica al Obispo la estrategia a utilizar con la Sra. Celina Viera, constructora de una nueva capilla que constituía un factor de conflicto entre los fieles, y le informa detalladamente sobre el asunto. Le comenta que en esa situación el sacerdote tendría que habitar en casa de una familia que se convertiría en parroquia, en un lugar poco cómodo para la mayoría de los feligreses, y no exento de algunas sospechas

Como se puede apreciar;

1- Brochero sabe esperar a toda la comunidad. Busca el consenso general de todos los interesados, aún cuando esto suponga años de paciente negociación y trabajo pastoral.

2- Busca lugares adecuados donde diagramar la Iglesia y la plaza como espacio para edificación de la comunidad eclesial, para el encuentro popular.

3- No acepta el juego de intereses personales o de grupo en torno a las capillas. Busca que gane el interés de todos, el bien común
procura que detrás de las decisiones exista un verdadera participación comunitaria. Sin esa referencia comunitaria el no emprende trabajos, ni pide ayuda.

4- No coordina sino en sintonía con la comunidad. No trabaja a espaldas o en paralelo. Cuando se da la unidad en la zona (pedanía) él pone su apoyo y cualquier otra iniciativa.

5- No es modelo de cura individualista, de jefe que se corta solo. Se comporta como colaborador y consejero del obispo; está unido y coopera fraternalmente con los otros presbíteros, con religiosos/as; y busca los intereses de Cristo comportándose como servidor de los laicos, de distinta condición social y en toda la geografía de su curato. No se puede dejar de pensar que después de un buen tiempo Presbyterorum Ordinis señalará actitudes parecidas (cf PO 7-9)

De este modo se convirtió en una profecía para todos nosotros.

Bibliografía

Pedro Trigo, El evangelio encarnado en la realidad, EDUCC 2016.
Mario Oscar Llanos, Corazón de tierra, latido de cielo, Didascalia 2011.
CEA, Cartas y Sermones, Oficina del libro 2013.

¿Algunos de estos rasgos sinodales los encuentro en mi Seminario y en mi Diócesis? ¿Dónde se manifiestan mejor?
¿Puedo decir que mi proceso de formación sacerdotal me prepara para la sinodalidad eclesial? ¿En qué se manifiesta?

“Obligaciones del Cura Brochero para con sus ayudantes:

1era El Cura se obliga a dar a sus Ayudantes la tercera parte de las entradas del Curato, menos el derecho de casamiento ni primicias

2a Se obliga a tenerlos 3 meses de Ayudantes a no ser que no se puedan (no quiera el cielo) entenderse. Pero si cumplidos los tres meses el Cura agrada a ellos y ellos agradan a él y a sus feligreses, arreglaran por más tiempo (quizá por muchos años).

3a Se obliga a que siempre tengan ellos libre la aplicación de la Misa, esto es, que si él les hace hacer un entierro, sacará él lo que haga el estipendio de la Misa, y del residuo se partirán entre los tres con el Cura, pero cuando el Cura haga tales sufragios, no sacará el estipendio.

4a El Cura da el bpara los dos Ayudantes, partibles entre sí, pero recibirán lo que les den los feligreses, porque muchos no tienen con qué pagar ese derecho. Cuando el Cura los ponga, que será raras veces, entonces no perciben nada de ese derecho.

5a El Cura procurará que sus cosas sean también de los Ayudantes, esto es, verá de no reservarles nada de lo él.

Obligaciones de los Ayudantes para con el Cura Brochero:

1ra Los Ayudantes le avisarán al Cura Brochero lo que les parezca mal en el trato con ello(s), o con los feligreses, o con las personas particulares, para enmendarse de dicho mal o darles la razón de su proceder.

2a Que han de hacer cada mes un día de retiro junto con el Cura, y se han de confesar cada 8 días, a no ser que la distancia u otra circunstancia impida esa frecuencia, pero se hará a la mayor brevedad de suerte que no pase de quince a veinte días. El Cura les dará el ejemplo en esa línea, confesándose ya con el uno ya con el otro, según esté este o aquél más cerca de él.

3a Que cuanto sean más pecadores, o más rudos, o más inciviles mis feligreses, los han de tratar con mayor dulzura y amabilidad en el confesionario, en el púlpito, y aún en el trato familiar. Y que si encuentran algo digno de reto, se lo avisen al Cura para que él reprenda, a fin de que los feligreses no se resientan con los Ayudantes sino con el Cura, porque ya sabe él cómo los ha de retar.

4a Que harán los entierros y funciones por lo que les diga el Cura, que será generalmente por lo menos del arancel, porque así se gana más plata y más fama de desinteresado.

5a Que si les ofrecen animales por entierros o por funciones los hagan, porque así es mayor la entrada, y porque el Cura recibirá esas especies y dará en plata ese valor a los Ayudantes.

6a Que irán a las Capillas que les diga el Cura y por el tiempo que él les diga, así como irán a las confesiones de enfermos, sin fijarse que ya ha ido varias veces seguidas el que sea designado por el Cura.

7a Que ayudarán al Cura a confesar sanos a derecha e izquierda, y que pueden predicar cada vez que quieran y puedan, porque oyentes tendrán siempre” (AAC, en Positio II, 71s).

¿Cuáles de las «obligaciones» que plantea el Cura me parecen más actuales?

De cuáles tendría que conversar con el formador/acompañante espiritual?